La escuela tradicional
La Escuela Tradicional aparece en el siglo XVII en Europa con el surgimiento de la burguesía y como expresión de modernidad. Encuentra su concreción en los siglos XVIII y XIX con el surgimiento de la Escuela Pública en Europa y América Latina, con el éxito de las revoluciones republicanas de doctrina político-social del liberalismo.
Las tendencias pedagógicas que lo caracterizan son propias del siglo XIX. Su concepción descansa en el criterio de que es la escuela la institución social encargada de la educación pública masiva y fuente fundamental de la información, la cual tiene la misión de la preparación intelectual y moral.
Su finalidad es la conservación del orden de cosas y para ello el profesor asume el poder y la autoridad como transmisor esencial de conocimientos, quien exige disciplina y obediencia, apropiándose de una imagen impositiva, coercitiva, paternalista, autoritaria, que ha trascendido más allá de un siglo y subsiste hoy día, por lo que se le reconoce como Escuela Tradicional.
En este modelo el contenido viene dado por los conocimientos y valores acumulados por la sociedad y las ciencias, como verdades acabadas, todo lo cual aparece divorciado de las experiencias y realidades del alumno y su contexto, contenidos representados en el maestro. El contenido curricular es racionalista, académico, apegado a la ciencia y se presenta metafísicamente, sin una lógica interna, en partes aisladas, lo que conlleva a desarrollar un pensamiento empírico, no teórico, de tipo descriptivo.
Para ello el método fundamental es el discurso expositivo del profesor, con procedimientos siempre verbalistas, mientras el aprendizaje se reduce a repetir y memorizar. La acción del alumno está limitada a la palabra que se fija y repite, conformando una personalidad pasiva y dependiente.
El proceso docente está muy institucionalizado y formalizado, dirigido a los resultados y estos devienen objeto de la evaluación.
La escuela nueva
La Escuela Nueva surge en Europa en un contexto histórico propicio, ya
que sus principios educativos, su metodología y su praxis escolar sintonizan a
la perfección con el tipo de enseñanza que necesitan y desean las nuevas clases
medias, ya constituidas como las fuerzas más modernas y progresistas de una
sociedad que comienza una imparable carrera de cambios y progreso en campos tan
diversos como el político y social o el industrial y tecnológico.
Debemos señalar que los movimientos educativos socialista y anarquista
nunca estuvieron integrados en la EN, aunque sí participaron de una parte
significativa de principios y criterios educativos comunes. En el contexto
histórico de la EN surge una corriente de interés por el estudio científico del
niño y la infancia. La multiplicación de escuelas y del número de niños,
procedentes de ámbitos sociales y económicos distintos, exigió diversificar los
métodos y los principios: ni todos los niños eran iguales ni podían ser
tratados con un mismo patrón.
Por su parte, en EE.UU encontramos un movimiento parejo a la Escuela
Nueva, que allí recibe el nombre de Escuela Progresista y que se inicia como
protesta frente a la escuela tradicional americana centrada en el profesor y en
los principios educativos clásicos. Este movimiento es difundido por los
profesores de universidad y adoptado por maestros de las escuelas públicas y
asociaciones profesionales con el fin de transformar la sociedad por medio de
la educación. La Escuela Progresista giraba en torno a la filosofía de John
Dewey (1859-1952) y adoptó como método de enseñanza el lema: APRENDER HACIENDO.
Este movimiento tuvo una enorme difusión en los EE.UU, sobre todo en el
período alrededor de las dos grandes guerras, aunque empezó a decaer en los
años 40 para desaparecer prácticamente después de la 2ª Guerra Mundial
Decir que, la enseñanza pasó a ser vista como un instrumento de
construcción política y social. Un ejemplo de ello es la elaboración de la
pedagogía social, los estudios sobre la historia de la educación y la educación
comparada basándose en acentuar el primado de los valores sociales.
La reforma de la educación hasta el momento, se basaba en: un mayor y
mejor conocimiento del hombre mediante el análisis de las condiciones de su
crecimiento, desarrollo o expansión individual. Mayor coherencia de las
posibilidades de integración de las nuevas generaciones en su grupo cultural.
Así, surge la oposición entre lo natural y lo ideal, la expansión del
individuo y su subordinación a la vida política y moral del grupo. Además,
decir que en el origen y movimiento de la escuela nueva, esta la complejidad
social proveniente de la industrialización y, por la opresión patente de
la I y II Guerra Mundial, ya que, cuando estallo la primera, se vivía un
progreso en ciencias letras, artes y, desarrollo técnico. Es ahí cuando
decidieron atajar este problema en la sociedad, revisando los principios de la
educación y sus instituciones.
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